Ayer me comentaba una persona cómo ha cambiado el perfil del Colegio el nuevo edificio de Preschool: “¡Está lindo!, es como si hubieran cambiado toda la fachada del Colegio.”
Me hizo pensar como los pequeños detalles, los cambios que vivimos día a día, no solo tienen efecto en sí mismos sino que influyen en otras dimensiones de nuestra vida: un compañero nuevo en el salón, una nueva ubicación en la clase, no son hechos externos a nosotros, sino que influyen también en la manera cómo nos percibimos a nosotros mismos y cómo nos relacionamos con las personas y con la realidad.
Pero a diferencia de las cosas y de los demás seres vivos, las personas no sufrimos pasivamente los cambios. Al contrario, su efecto en nosotros depende fundamentalmente de cómo los asumimos; para bien o para mal.
Estar abiertos a la realidad, ser flexibles, adaptarse a las cosas nuevas, a las personas nuevas, a los estilos nuevos, son todas actitudes fundamentales que debemos aprender a desarrollar para una vida plena y madura. Los cambios, incluso los problemas de cada día, debemos aprender a vivirlos como otras tantas oportunidades para crecer y desplegar cualidades que no conocíamos o que no se habían podido manifestar.
Hoy en día las empresas pagan mucho dinero por desarrollar estas actitudes en sus ejecutivos y gerentes, ¿No debería ser algo que se aprende naturalmente en casa y en el Colegio?
Al empezar el año escolar los chicos enfrentan toda una serie de cambios, amén de los que están viviendo ellos mismos, ¿Cómo les enseñamos a vivirlos? ¿Qué actitud vamos formando en ellos? ¿Qué criterios les damos para entender lo que están viviendo?
Hay dos actitudes contrarias a esto que estamos hablando y que como que conspiran contra el desarrollo de los chicos: la primera es la inconsciencia, “no darse cuenta”. Tener la piel de ‘teflón’ puede ser una virtud para algunos políticos pero es un mal negocio en la vida. La vida, la realidad tiene que tocarnos. Tenemos que darnos cuenta de lo que estamos viviendo y entenderlo, -categorizarlo- y aprender de ello. Es una cualidad de las personas “exitosas y efectivas”, ¿La tiene tu hijo?
El otro extremo es la rigidez y el miedo al cambio. Es más común en nosotros los adultos y más raro en los jóvenes. Dejar que se instale esa actitud en uno es la receta para convertirse en una persona difícil, que sufre y hace sufrir mucho a los demás. ¿Cuáles son sus rasgos tempranos: el miedo a lo nuevo. El no atreverse a emprender un nuevo camino, una nueva experiencia: el mismo helado, la misma comida, la dificultad para cambiar de actividades o para aceptar nuevas amistades. Puede ser más fácil ahorrarse el pleito y consentirle vivir una infancia sin retos, sin salir de su zona de comodidad y seguridad, pero estamos sembrando una vida difícil, como decíamos antes.
Evidentemente todo esto no es blanco y negro. Encontrar el ‘justo medio’ el equilibrio en todo esto es la esencia del ‘arte de educar’. De estas pequeñas cosas trata la formación integral que venimos buscando al Colegio. De estas pequeñas cosas está hecha la formación en la familia y en el Colegio, y es así como la familia se convierte día a día en “escuela de humanidad.”
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