El Banco Mundial acaba de publicar un informe sobre el Perú de cara al nuevo quinquenio : “Perú en el umbral de una nueva era”. Trae una serie de consideraciones muy interesantes sobre la economía, pero me pareció importante destacar ahora una información que presenta en el capítulo III sobre la educación en el Perú y en particular en lo referente a la manera cómo los jóvenes peruanos eligen carrera y las implicancias que esto tiene.
“Casi 8 de cada 10 peruanos en áreas urbanas dicen haber elegido sus carreras universitarias por ―vocación, es decir por gustos y preferencias individuales. Solo un 13% basó su elección en las perspectivas laborales. (..) Una mayoría de los que cursaron estudios superiores están en general insatisfechos con su elección de carrera o institución.”
Que sólo la mitad de los peruanos afirme estar satisfecho con la carrera que estudió me parece preocupante y revela que tenemos todavía una oportunidad muy grande de mejora en esto que llamamos tradicionalmente “orientación vocacional”. Creo que es un tema fundamental, que no puede quedar reducido a una evaluación psicológica en algún momento de la secundaria y algunas charlas.
Personalmente veo cuatro factores a los que tenemos que prestar atención:
- Madurez y conocimiento personal
- Conocimiento de la realidad y perspectivas laborales
- Desarrollo de vivencias e intereses personales
- Diálogo con adultos referenciales (familia, tutores, psicólogo, profesionales, etc.)
Brevemente: si el chico no se conoce, si no es capaz de reconocer sus fortalezas, gustos y debilidades; si no es capaz de identificar sus intereses básicos en la vida; si no ha desarrollado una cierta seguridad personal, si no tiene un norte claro para su futuro; se va a quedar anclado en una actitud pasiva, inmadura y hasta infantil con respecto al tema de sus estudios profesionales, y cuando llegue el momento en que sus amigos empiecen a postular, tomará una decisión apresurada y meramente intuitiva.
Pero esta madurez básica necesaria no sobreviene inesperadamente en undécimo. Requiere que a lo largo del High School vaya desarrollando un conocimiento cada vez mayor del mundo que lo rodea. Ya no puede ir de pasajero por la vida, debe ir conociendo, interesándose por el país, su problemática, la marcha económica, el tema político, etc. Éste es el contexto en el que se inscribe su vida en este momento y en él aprender a “ver” cómo en este mundo concreto se desarrollan profesionales de distinta índole que viven y aplican su “carrera” en la economía, los servicios, la producción, etc.
No se puede elegir simplemente una carrera sin haber experimentado la vida. Sin haber asumido responsabilidades, o liderado un proyecto, trabajado por una meta, participado en un equipo u organizado a un grupo de personas. Sin haber soñado un proyecto y haberlo llevado a cabo. En realidad, sí se puede, y se da, pero los educadores no podemos permitir que un adolescente llegue “pobre de vida y experiencias” al final de su vida escolar. El mejor colegio puede ser una “vida en burbuja” si no hacemos algo al respecto. Mal se puede entender el mundo desde una burbuja.
Para todo esto hay proyectos, actividades y programas. Pero todos son insuficientes si los adultos significativos no dialogamos con los chicos. Hay diálogos de conocimiento personal, diálogos de encuentro con la realidad; diálogos de motivación a la acción y diálogos de evaluación de la misma. A veces nos quejamos de que no tenemos de qué conversar con los chicos. Pero en realidad aquí tenemos una fuente inagotable de temas y conversaciones donde habrá siempre un oído atento pues no hay nada que les interese más a los chicos que su futuro. Compartamos con ellos este proceso de búsqueda.
Puntos bonus para este esfuerzo:
Un chico que desarrolla una conciencia cada vez más clara de su identidad, posibilidades e intereses. Un chico que tiene un norte, un sueño, una estrella polar que perseguir, es un chico que mejorará automáticamente su rendimiento académico y que se mantendrá fuera de problemas. Tiene una razón para hacer las cosas. Una razón para estudiar y esforzarse. Pero lo contrario también es cierto. Démosles el tiempo.
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