jueves, 10 de diciembre de 2009

El poder de tus palabras

Hace algunos años conversaba con un muchacho que venía con problemas académicos y de disciplina constantes. En medio del diálogo le pregunté por la opinión que tenía de sí mismo, pero cuando empezó a contestarme, no le dejé avanzar: "un segundo,- le dije-, por favor empieza nuevamente, pero por la lista de tus virtudes. ¿Cuáles son tus fortalezas?"... Se quedó callado un rato. Buscó y rebuscó en su cabeza... "Bueno, mi papá me dijo una vez que yo soy muy bueno para..."No puedo contarles el diálogo, pero sí resaltar algo que he visto como una constante en mi experiencia: los chicos con problemas suelen tener una pobre imagen de sí mismos. Parece obvio, pero añado para aclarar: cuando digo "pobre", no quiero decir necesariamente "mala", sino insuficiente, elemental, poco balanceada. Les cuesta dar cuenta de sí mismos, y claro, lo que primero aparece en su cabeza son los defectos que con toda claridad les evidenciamos en casa y en el colegio.No defiendo la idea de callar los problemas, al contrario. Pero con la misma fuerza, o más debemos ser capaces de evidenciar a los chicos, ...decirles,... hablar, las cosas buenas que tienen o que son capaces de hacer. Ser realista no es ser negativo.Construimos nuestra autoimagen en el diálogo con los demás, especialmente con las personas significativas para nosotros. Y hasta los 18 años o más no hay personas más significativas para uno que los padres y maestros.Somos conscientes que muchas veces no le dedicamos tiempo al diálogo con los chicos. Pensemos en lo serio que es, si ese poco tiempo en que conversamos está dedicado a resaltar sus faltas y defectos. Insisto: no es un problema de que lo que decimos no sea cierto, sino que es incompleto. Y en ese sentido, el espejo que les ofrecemos para "leerse" a sí mismos les muestra una imagen distorsionada y deforme. ¡Imaginemos andar por la vida con la autoimagen moral del jorobado de Notre Dame! No es justo.Hay que hablar con los chicos sobre ellos. Ayudarles a conocerse. Descubrirles sus fortalezas junto con sus debilidades o defectos, y ayudarles a reconocer toda la riqueza e integralidad de su personalidad. Y pienso que esto no se hace de la noche a la mañana. No se trata de "una gran conversación" memorable para toda la vida. Al contrario, es un proceso. Es lo que destacamos en el diálogo cotidiano: "me pareció genial lo que hiciste". "Qué rápido eres con los números", "me pareció muy generoso de tu parte hacerle ese favor a tu hermano"... etc. Obviamente debemos buscar también momentos especiales donde en un a tranquilo, con tiempo exclusivo les digamos cosas importantes, de fondo. Nuevamente, en la mayoría de los casos no se trata de largas conversaciones. Veinte minutos o media hora a lo sumo con los mayores. "Yo te veo así", "pienso de ti esto", "te veo habilidades para.." Frases cortas, bien fraseadas, dichas con intención y de corazón. Son palabras que se recuerdan para toda la vida y añaden a eso que llamamos "autoimagen".Pensaba en este chico que les contaba al comienzo. Al pobre no se le ocurría nada bueno hasta que se acordó lo que alguna vez su papá le había dicho. ¡Que importante había sido!, y lo curioso es que se llevaba muy mal con él. Y a pesar de todo... allí encontramos el clavo pequeño en el que se apoyaría para salir adelante. En esta época de notas y evaluaciones finales pensemos en lo que decimos. Nuestras palabras en este tiempo pesan mucho y dejan huella...

1 comentario:

  1. Es muy real lo que dices Alfredo, sin embargo,copio lo que dices: "....Al pobre no se le ocurría nada bueno hasta...."
    Esto me hace pensar en lo importante que es el significado que le imprimimos a nuestras palabras ("pobre"), pero más importante es, el significado que el receptor le da a aquellas.
    Resulta muy burda la comparación pero esto me hace recordar una frase que escuché hace un tiempo "Normal..... qué es normal?.... es sólo un ciclo en nuestra lavadora".
    Sigamos reflexionando

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