jueves, 14 de octubre de 2010

Tareas: ¿para qué están?

Uno de los temas más discutidos por padres y maestros alrededor del mundo es el de las tareas para la casa. No es nada nuevo, y si uno revisa la bibliografía pedagógica puede encontrar el tema tratado hasta la saciedad a lo largo de todo el siglo XX. Han sido vistas siempre como una especie de "mal necesario" por las generaciones de sufridos estudiantes que tienen que hacerlas, por los padres que tienen que ayudarles, y por los maestros que tienen que corregirlas.¿Realmente sirven las tareas? ¿Para qué?La moderna investigación sobre como funciona y aprende el cerebro humano parece confirmar la necesidad de las tareas. Necesitamos volver sobre las cosas que hemos visto u oído para que el cerebro pueda fijar los temas principales, relacionarlos con aprendizajes previos, integrarlos a un particular sistema de conocimientos, almacenándolos de modo que puedan ser luego recuperados y reutilizados. Conclusión: de las tareas no nos salvamos, son una pieza clave para el aprendizaje.El verdadero tema es el tipo de tareas, la cantidad y la oportunidad de las mismas.¿Cuáles son los indicadores de una buena tarea? No hay una fórmula matemática, depende mucho de la materia, los objetivos y la edad de los estudiantes. Podríamos, sin embargo, aportar algunos criterios generales:

  1. Relevancia: la buena tarea refuerza los objetivos principales del tema tratado. Puede ser la simple ejercitación de una habilidad o destreza, la creación de experiencias con un tema dado, la aplicación de principios o reglas, comparaciones, descripciones, desarrollo del pensamiento crítico o creativo, etc. La pregunta clave es: ¿qué objetivo tiene esta tarea?
  2. Información: los estudiantes tienen que tener la información clara y suficiente para saber qué se espera que hagan y cómo hacerlo. El estudiante que sabe qué hacer y cómo lograrlo se "apropia" de su tarea, la hace suya desarrollando así un positivo sentido del propio expertise.
  3. Interés: En la medida de lo posible la tarea debe ser apelante, creativa, estimulante en cuanto al tema y motivadora en cuanto al tipo de trabajo que se pide. Habrán cosas inevitablemente áridas, pero no deben ser más del 5%.
  4. Economía: el tiempo y esfuerzo invertido debe guardar relación con el objetivo perseguido. La clave del buen aprendizaje no es "más" sino "mejor".
  5. Oportunidad: el tipo y extensión de la tarea debe tener en cuenta las demás actividades y tareas de los estudiantes de modo que sepamos que podrán hacerla, que podrán hacerla bien y que podrán hacerla autónomamente. Una tarea mal hecha no cumple su objetivo.
  6. Feedback: El momento más importante de la tarea es la devolución por parte del maestro. Aquí se cumple el efecto de refuerzo positivo, emocional e intelectual que debe tener la tarea. Entonces sé que sé, o me doy cuenta de lo que todavía me falta. Es mejor no enviar una tarea que no podremos corregir o devolver a tiempo para servir de feedback efectivo.
¿Cuánto deben intervenir los padres en las tareas? Nuevamente esto depende de la edad, pero como principio general poco o nada. Las tareas son para los estudiantes, no para sus padres. Su participación puede servir como refuerzo para la voluntad o capacidad de organización personal, o como aliento y compañía, pero el alumno debe aprender a trabajar autónomamente y desarrollar así esa confianza fundamental en los propios recursos intelectuales que es la característica común del estudiante exitoso y que se convierte así en la recompensa intrínseca del trabajo intelectual: el gusto por aprender, el sentido del propio progreso y dominio de los temas que le anima a uno a mayores esfuerzos. ¿Cuánto tiempo del día deben estar dedicados a las tareas? Nuevamente depende de la edad y del tipo de trabajo que se esté haciendo, pero por regla general no más de una hora por día en primaria y no más de dos en secundaria. En este último caso habrán otras consideraciones pues hay tiempos especialmente intensos, pero estos no deben ser prolongados. Los chicos necesitan tiempo para otras actividades de expresión cultural, deportes, vida familiar y social, y por supuesto para jugar, que es el trabajo fundamental de los niños. En conclusión: No es fácil plantear buenas tareas y es más difícil todavía sostenerlas a lo largo del año, pero es un esfuerzo que vale la pena y paga en mejores aprendizajes y alumnos más dispuestos. La clave aquí es el diálogo y la involucración de padres y maestros para ir midiendo y ajustando un proceso necesariamente complejo cuando tenemos muchos cursos y profesores. Creo que tenemos que desarrollar cada vez mejores instrumentos de comunicación para saber adónde estamos apuntando en cada momento del año con las tareas que dejamos, qué ayudas o previsiones tendremos que tomar para que los chicos puedan trabajar bien y con autonomía y cuáles son las mejores estrategias para cada situación.

1 comentario:

  1. Qué bueno que lo pusiste en facebook, con los ajetreos del día a día, ya estaba perdiendo la costumbre de leerte por aquí....siempre es agradable leer artículos en los que uno comparte los mismos "pensares"

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