viernes, 6 de agosto de 2010

Neurociencias y educación

¿Cómo aprende y cómo funciona el cerebro de un niño? ¿Qué conclusiones podemos sacar para nuestra tarea como padres y educadores?
En el contexto del I Congreso Mundial de Neuroeducación que se viene realizando en Lima - sí, en el Perú también pasan cosas interesantes -, el Dr. Stuart Shanker presentó los resultados de una investigación que se viene desarrollando en Canadá acerca de la capacidad de auto regulación del cerebro humano como uno de los predictores más importantes del éxito o fracaso en la vida escolar.
Cuando hablamos de rendimiento académico solemos pensar en el Coeficiente Intelectual (CI) del alumno, sin embargo el Dr. Shanker enfatizó que éste se refiere únicamente a la velocidad de procesamiento de la información, cuando en realidad es la auto regulación, es decir, la capacidad que tenemos de ajustar nuestras emociones y sentimientos de manera que podamos disponernos para atender, organizarnos, motivarnos y perseverar en nuestros objetivos lo que hace la mayor diferencia en el aprendizaje y éxito escolar de la persona.
¿Qué dimensiones y aspectos involucra la capacidad de auto regulación?
  1. El aspecto biológico
  2. La regulación emocional
  3. La dimensión cognitiva
  4. La dimensión social
  5. El factor moral
Educativamente, padres y maestros solemos pensar en las últimas dimensiones, pero no le prestamos la misma atención a su fundamento en nuestra estructura biológica y emocional, y lamentablemente a veces encontramos que se está trabajando esto último a a través de algún tipo de medicamento. A veces esto es inevitable, pero en muchos casos lo que falta no es algún “químico” sino una adecuada estructura familiar y educativa.
Efectivamente, según las últimas investigaciones, en los primeros años el cerebro del niño pequeño es una “máquina emocional” que aprende a regularse a sí mismo a partir del “diálogo” con la madre y los adultos significativos en su vida. Este diálogo no es sólo verbal, sino visual, táctil, emocional, quinestésico e incluso olfativo. Valga la analogía: de la misma manera que un “bluetooth” se conecta y regula con un computador, el cerebro del niño hace lo propio por estas vías.
Sin embargo, la observación dramática a la que están llegando es que hoy en día, los llamados “hijos de la televisión llegan crecientemente a la edad escolar con muy poca capacidad de regularse a sí mismos, y por tanto de tener éxito en los estudios y en la vida misma.
¿Qué factores educativos de casa y escuela han demostrado potenciar significativamente esta capacidad de auto regulación?
- La investigación nos pone, en primer lugar sobre la pista de los “sospechosos usuales”: las horas de sueño efectivo y el buen balance alimentario. Un cerebro que no descansa lo suficiente no tiene tiempo para “organizar y almacenar en la memoria de largo plazo” lo aprendido durante el día. Un cerebro que no descansa genera estrés emocional, irritabilidad, e incapacidad de prestar atención.
  • Pasar tiempo con los chicos: conocer sus ritmos, sus necesidades, sus miedos, sus ilusiones, las cosas que lo alientan y las que les causan dificultad. Sin tiempo compartido, sin tiempo para observarles y conocerles, no hay base para construir una relación que ayude a los chicos a auto regularse.
  • Rutinas, hábitos. El niño necesita patrones que le permitan entender la realidad que les rodea, hacer predicciones sobre lo que va a pasar, prepararse, ajustarse y en última instancia autonomía. Una casa, un horario caótico genera ansiedad, inseguridad, y en última instancia dependencia.
  • Escuchar: no solo oír lo que dicen y responder en automático. No solo oír su voz, sino “escuchar” sus gestos, sus tonos, y el contexto en que nos habla.
  • Hablar: explicarles las cosas, anticipar lo que va a pasar, explicitar lo que sentimos por ellos: en general y ante situaciones concretas, o ante las cosas que hacen.
  • Tocarles, abrazarles, jugar físicamente con ellos. Esto es más frecuente en las madres que en los padres, pero el niño, niña, debe “conocer” así también a su padre: su calor, su aroma, el roce de su piel, su corazón, su fuerza, y por tanto, su cariño, su protección, sus sentimientos.
- Reglas y normas claras, explícitas y predecibles. Darle un contexto “normativo” realista, ajustado y sensible a los chicos les permite ajustarse progresivamente a su realidad familiar y social.
La auto regulación es función del uso y administración de la propia energía y es un aprendizaje fundamental para el surgimiento de emociones positivas como la curiosidad, el interés, la orientación al logro, confiar en sí mismo, etc. Un niño capaz de regularse a sí mismo es capaz también de desarrollar las habilidades cognitivas que significarán el éxito educativo que todos esperamos para ellos.

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