Llegamos al fin de semestre y, como les decía a los chicos hoy más temprano, este es un buen momento para ver aquello que "uno siempre recoge lo que ha sembrado". Sí, a veces hay casualidades y golpes de suerte -o de mala suerte-, pero lo usual es que los resultados que obtenemos en la vida correspondan a los esfuerzos que hemos puesto para obtenerlos.
Este criterio es un tema formativo fundamental. Mientras creamos que nuestra vida resulta de estos golpes de suerte, nos estaremos condenando a una actitud pasiva o mágica ante la vida. Un diálogo típico de este caso sería el siguiente: "salí desaprobado porque "justo" no entregué la tarea, además el profesor me calificó mal "justo" aquél examen decisivo." Un chico así piensa que "los astros alinearon en su contra" y que en verdad tuvo "mala suerte" o alguien no le está ayudando como debería.
Afortunadamente el ejemplo contrario abunda, y nos muestra que la pasividad no es el único camino y que, más bien, el trabajo perseverante da frutos que nos llenan de orgullo y satisfacción. La semana pasada, por ejemplo, supimos que Nicolás Alfaro Milla de León, de 10mo. grado había obtenido el Campeonato Sudamericano de Karate representando al Perú. ¡Qué alegría y qué orgullo! Pero quienes lo conocemos sabemos que Nicolás -y con él su familia- viene trabajando y entrenando a diario desde hace varios años y que este merecido triunfo es el fruto maduro de la siembra y trabajo de este tiempo. Más aún, Nicolás es uno de los mejores estudiantes de su promoción y un muchacho super correcto y responsable. En su caso, como el de muchos otros en el Colegio, vemos con claridad que las cosas buenas no vienen por casualidad y que, al contrario, podemos apostar que si sigue así será un hombre de bien y un excelente profesional.
Esto mismo es lo que vemos en los ingresos a la universidad o en el desempeño profesional: el que supo sembrar en la época escolar obtiene frutos. Lo espontáneo, la creatividad, las buenas intenciones o los recursos del momento, son elementos concurrentes que siempre ayudan, pero no pueden reemplazar el trabajo serio, sistemático y perseverante.
Como padres y como educadores no podemos dejar pasar el tiempo escolar sin que nuestros chicos adquieran estos hábitos fundamentales. La cultura social no los promueve y mucho menos los medios de comunicación, así que tiene que ser un esfuerzo consciente, deliberado y sostenido de quienes tenemos responsabilidad formativa sobre ellos. Como Colegio y como familia tenemos los medios y las oportunidades, nos toca poner manos a la obra disponiendo el tiempo y dando prioridad a las actividades que nos ayuden mejor en este empeño. Entonces veremos los frutos.
¿Por dónde empezar?
Yo propondría las tres preguntas básicas de cualquier empresa exitosa:
- clarificar y tener siempre presente, padre e hijo, metas exigentes. ¿Qué te propones este año?
- concretar medios y responsabilidades ordenadas a las metas. ¿Cómo lo vas a lograr y medir?
- establecer tiempos y horarios fuera del horario escolar. ¿Cuándo lo vas a hacer?
Si lo pensamos, no es complicado y puede ser una buena tarea para estas vacaciones.
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