jueves, 25 de marzo de 2010

Despojarse y Revestirse (I)

Aprovecho la ocasión de este boletín para recoger un tema central de nuestro diálogo del Open House: pensando en el largo plazo, el tema central de la experiencia escolar termina siendo la formación del carácter. Si no logramos nada acá todo lo demás queda sin sustento.

Identificamos tres valores fundamentales para trabajar ahora con los chicos: iniciativa, responsabilidad y autonomía. Seguramente podríamos identificar algunos más, pero éstos nos parecen fundamentales en el aquí y ahora de la vida de los chicos y en las circunstancias actuales.


  • Iniciativa: Que implica visión y capacidad de adelantarse a las cosas, decisión, dinamismo, e imaginación para llevarlas adelante y para liderar un cambio.
  • Responsabilidad: Que implica compromiso con los demás, consigo mismo y con la realidad. Competencia y seriedad con las cosas, y el juicio y la madurez necesaria para llevarlas adelante.
  • Autonomía: Supone capacidad de autogobierno y soberanía personal para gestionar sus propios asuntos.

Sin estas características difícilmente una persona ejercerá un auténtico liderazgo ni logrará algo en la vida.

Ahora bien, como sabemos, uno no nace con ellas, se cultivan precisamente en esta época de la vida: en la infancia y en la primera juventud. ¿Por dónde empezar entonces?

Usando el lenguaje de San Pablo podríamos decir que hay una doble aproximación: por un lado: revestirse de los hábitos positivos, y por el otro despojarse de los negativos.

En el caso de la Iniciativa se trataría de alentar en los chicos todas aquellas actitudes conducentes a afianzar en los chicos las conductas antes descritas: que tomen decisiones, que emprendan nuevos esfuerzos, que se atrevan a asumir retos, que digan y fundamenten su opinión, etc. Un buen ejercicio para darnos cuenta de cómo estamos es una estadística muy sencilla: ¿cuántas actitudes de iniciativa puedo contar en mi hijo en una semana? (no cuenta la iniciativa de pedir que nosotros hagamos o compremos algo). Si encontramos pocas o ninguna, entonces hay mucho espacio para la mejora aquí.

Con el tema de la responsabilidad es más sencillo: ¿cuáles son las responsabilidades de tu hijo en casa?, ¿cómo cumple sus responsabilidades personales (estudio, orden de sus cosas). Pero más aún: ¿tiene responsabilidades con otras personas? (poner la mesa, lavar, cerrar la casa, determinadas compras, etc.).
Un indicador clave es si descubro que no le asigno responsabilidades porque en el fondo "sé" que no las va a cumplir, y entonces prefiero hacerlas yo por él. ...Si es así: grave.

De las responsabilidades fluye la autonomía, y de la sana autonomía la seguridad personal. ¿Cuántas cosas hacemos por él que normalmente debería estar en capacidad de hacer por sí mismo. ¿No hace nada si alguien no lo lleva o acompaña? ¿Necesita que alguien piense por él y le diga qué hacer? El reto aquí es analizar qué es lo que él debería hacer por sí mismo y hacerlo personalmente responsable de ello. Probablemente haya un precio por pagar en costo económico o emocional para nosotros. Da pena exigir, da pena, pero lo vale mil veces. La perspectiva de criar un espíritu débil y dependiente debería ser suficiente remedio para alejarnos de cualquier sobre protección.

(... continúa la próxima semana)

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