miércoles, 28 de octubre de 2009

1000 hermanos


El sábado pasado por la mañana los cines UVK de Chacarilla rebosaban de una bulliciosa multitud de alumnos, alumnas y papás de Villa Caritas y San Pedro. Los habituales expendedores de dulces, cancha y gaseosas habían sido reemplazados por grupos organizados de madres de familia, que además daban la bienvenida a las familias que venían llegando demoradas por un inusual tráfico sabatino. Pronto se llenó una sala, luego una más y finalmente una tercera. El motivo, sin embargo, no eran las aventuras de Mario Alejandro Delfín y sus sueños, sino decir "¡aquí estamos! porque uno de nuestros compañeros nos necesita".

A miles de kilómetros de su casa, en Florencia, Renzo, uno de sus compañeros se preparaba para recibir su primera dosis de quimioterapia y emprender con ella un largo y difícil camino que va a tomar muchos meses y va a exigir lo mejor de él. En realidad de todos nosotros.

Cuando elegimos la "solidaridad" como uno de los temas ejes de año no imaginamos que se nos pediría vivirla, no como un hermoso valor a considerar, sino como la prueba viva de la textura de nuestras vidas. Ser solidario es ser uno con el otro, hacer el mismo camino, llevar las mismas cargas, compartir el mismo peso. Poner el hombro, el pecho y el corazón.

Y con este pequeño signo, hemos pasado la primera prueba de la solidaridad. No nos hemos quedado a la distancia en calidad de testigos. Hemos cambiado nuestros horarios, hemos movido nuestras agendas y ritmos, les hemos dicho a los chicos que había aquí algo importante, y ellos lo han comprendido por la vía de los hechos.

¡Es la hora de la solidaridad! Es la hora de la iniciativa, de la audacia, de la fe y de la esperanza. Es la hora de la fortaleza y la perseverancia a toda prueba. Hay miles de tareas y cada uno debe salir a buscar la suya, porque la solidaridad no espera que la llamen, no sabe de turnos. Irrumpe como a borbotones, inspirada por el amor: y en primer lugar reza. Hay que rezar mucho. "Tomar por asalto el Cielo con oraciones", como decía Juan Pablo II. Como la "viuda importuna" del Evangelio. Rezar hasta, si cabe, arrancarle al Cielo lo que queremos, que es al final, lo que Dios quiere. Pero la solidaridad también actúa: llama, escribe, sugiere, organiza, ayuda.

Renzo va a crecer con esta prueba, lo vamos a recuperar transformado en un hombre probado al límite de su humanidad. Pero él nos va a encontrar también mejores a nosotros. Porque acompañarlo nos ha exigido, nos ha movido, nos ha enseñado de qué trata verdaderamente la vida y quiénes somos en ella.

Renzo es hijo único. Pero este sábado encontré que tiene en realidad mil hermanos. Y siguen aumentando...

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